marzo 26, 2023

Declaracion universal de los derechos del hombre y ciudadano 1789

Carta de derechos

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (Déclaration des droits de l’homme et du citoyen, adoptada el 26 de agosto de 1789) es una expresión de los derechos humanos universales -aquellos que son válidos en todo momento y lugar- que sirvió como uno de los documentos fundacionales de la Revolución Francesa. Enumera diecisiete puntos, entre los que se encuentran los que expresan la igualdad entre todos los hombres, la igualdad de derechos, la relación de la identidad política con el Estado y la fuente del poder estatal situada en la colectividad, la preservación de derechos como la libertad y la propiedad, las libertades de expresión siempre que esas expresiones no atenten contra la voluntad colectiva, y muchos otros. El documento no reivindica la invención de estos derechos, sino que identifica y da voz a derechos que son naturalmente un aspecto de la existencia humana. Esta expresión de «derechos naturales» ha sido, por tanto, una base importante para el desarrollo posterior de los movimientos de derechos humanos.

La Declaración fue elaborada por Gilbert de Motier (el marqués de Lafayette, que luchó en la Guerra de la Independencia de Estados Unidos) en colaboración con el presidente estadounidense Thomas Jefferson y Honoré Gabriel Riqueti (el conde de Mirabeau). Por lo tanto, estaba muy influenciado por documentos como la Declaración de Independencia y la Constitución estadounidenses, y por los ideales de la Ilustración que exploraban la relación política entre los individuos y la colectividad, tal y como detallaba Jean-Jacques Rousseau. El papel del Estado se entendía como protector de esos derechos universales.

Declaración de los derechos de la mujer olympe de gouges

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (en francés: Déclaration des droits de l’homme et du citoyen de 1789), establecida por la Asamblea Nacional Constituyente de Francia en 1789, es un documento de derechos humanos civiles de la Revolución Francesa[1]. Inspirada en los filósofos de la Ilustración, la Declaración fue una declaración central de los valores de la Revolución Francesa y tuvo un gran impacto en el desarrollo de las concepciones populares de la libertad individual y la democracia en Europa y en todo el mundo[2].

Los conceptos de la Declaración proceden de los deberes filosóficos y políticos de la Ilustración, como el individualismo, el contrato social teorizado por el filósofo ginebrino Rousseau y la separación de poderes propugnada por el barón de Montesquieu. Como se puede ver en los textos, la declaración francesa estaba muy influenciada por la filosofía política de la Ilustración y los principios de los derechos humanos, al igual que la Declaración de Independencia de Estados Unidos, que la precedió (4 de julio de 1776).

La declaración define un conjunto único de derechos individuales y colectivos para todos los hombres. Influidos por la doctrina de los derechos naturales, estos derechos se consideran universales y válidos en todo tiempo y lugar. Por ejemplo, «Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en el bien común»[12] Tienen ciertos derechos naturales a la propiedad, a la libertad y a la vida. Según esta teoría, el papel del gobierno es reconocer y asegurar estos derechos. Además, el gobierno debe ser llevado a cabo por representantes elegidos[13].

El reino del terror

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789)En 1789, el pueblo de Francia logró la abolición de la monarquía absoluta y sentó las bases para el establecimiento de la primera República Francesa. Sólo seis semanas después del asalto a la Bastilla, y apenas tres semanas después de la abolición del feudalismo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (en francés: La Déclaration des Droits de l’Homme et du Citoyen) fue adoptada por la Asamblea Nacional Constituyente como primer paso para redactar una constitución para la República de Francia.

La Declaración proclama que todos los ciudadanos deben tener garantizados los derechos de «libertad, propiedad, seguridad y resistencia a la opresión». Sostiene que la necesidad de la ley se deriva del hecho de que «…el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre sólo tiene las fronteras que aseguran a los demás miembros de la sociedad el disfrute de esos mismos derechos». Así, la Declaración ve la ley como una «expresión de la voluntad general», destinada a promover esta igualdad de derechos y a prohibir «sólo las acciones perjudiciales para la sociedad».

Declaración de independencia

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (en francés: La Déclaration des droits de l’Homme et du citoyen) es uno de los documentos fundamentales de la Revolución Francesa, que define un conjunto de derechos individuales y colectivos de todos los estamentos como uno solo. Influidos por la doctrina de los derechos naturales, estos derechos son universales: se supone que son válidos en todo tiempo y lugar, pertenecientes a la propia naturaleza humana. La Declaración fue adoptada el 26 de agosto de 1789 (algunas fuentes dicen que el 27) por la Asamblea Nacional Constituyente (Assemblée nationale constituante), como primer paso para redactar una constitución. Establece los derechos fundamentales no sólo de los ciudadanos franceses, sino que reconoce estos derechos a todos los hombres sin excepción, lo que la convierte en precursora de los instrumentos internacionales de derechos humanos.

Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las desgracias públicas y de la corrupción de los gobiernos, están resueltos a exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, para que esa declaración, constantemente presente a todos los miembros del cuerpo social, les señale sin cesar sus derechos y sus deberes; para que los actos del poder legislativo y los del poder ejecutivo, pudiendo compararse a cada instante con el objetivo de cualquier institución política, sean muy respetuosos con ella; para que las quejas de los ciudadanos, fundadas desde ahora en principios simples e incontestables, se dirijan siempre al mantenimiento de la Constitución y a la felicidad de todos.